Cómo temer a Dios sin tener miedo “¡Temed a Dios, y dadle gloria!” (Apocalipsis 14:7) Cuando Dios nos creó, también incorporó en nuestro organismo un sistema de alarma para protegernos del peligro y el dolor. Uno de los sensores primarios de este sistema es la emoción de miedo, que funciona como una luz de advertencia similar a las luces del tablero de un automóvil. Lamentablemente, un enemigo ha dañado este sistema de alarma interno, por lo cual muchas personas son incapaces de distinguir los “buenos temores” (miedos sanos) de los “malos temores” (miedos malsanos). Cuando nuestro sistema de alarma suena constantemente, perdemos la habilidad de filtrar las falsas alarmas. Satanás saca provecho de este funcionamiento defectuoso, procurando mantenernos aprisionados por medio de distorsiones de nuestro sentido de la realidad y haciéndonos sufrir temores falsos: ansiedad, nerviosismo, aprehensión, preocupación, desánimo, susto, pavor, pánico o terror. No es de sorprenderse que en m...
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